viernes, 15 de junio de 2012

El proyector



Cuando era pequeño, había un juguete que estaba en casa de mis primos, ¡¡el cinexin!!. Se metía una película en el sistema y con la manivela se hacía avanzar, parar, retroceder... el cine sin fin... la imagen se veía proyectada en la pared, como por arte de magia... nos quedábamos embobados mirando a las historietas que iban apareciendo en la pared.


 En realidad eran una ilusión, no estaban en la pared. La película se había introducido en el sistema del artilugio, y por el mecanismo del mismo, se veían las imágenes reflejadas en la pared a voluntad del operador.


Todos tenemos un juguete de este tipo, nos viene dado de serie, y es uno de los llamados mecanismos de defensa en el psicoanálisis y en la Terapia Gestalt, y funciona de la misma manera.
 Pongo fuera de mi (en otra persona, institución, nación, grupo étnico, una parte del cuerpo...) aquello que no soporto de mí.


- Pero cómo!!! Yo no hago eso!!!.


Para poder entender mejor como funciona este mecanismo de defensa hay que conocer otro, y este otro es la introyección.

Cuando crecemos, necesitamos el alimento, lo masticamos, lo tragamos, lo procesamos, lo digerimos y lo incorporamos a nuestro sistema, pasando a formar parte de nuestro cuerpo.
Lo mismo hacemos con los alimentos psiquicos, nos los dan, los masticamos, los tragamos...
O a veces, los tragamos directamente, sin posibilidad de procesar... Niño eres un vago!! Eso no se hace!! A mamá no le gustan los niños desobedientes... los Archanco somos... Niño no respondas... eres inútil... siéntate erguido que te va a salir chepa...dónde vas con esas pintas... Cada uno puede poner lo que le llegue en estos momentos...


Entonces llegamos a nuestra vida adulta y todas esas programaciones lingüísticas, empiezan a hacer de las suyas, y empiezo a ver en mi vida reflejos de lo vivido, empiezo a proyectar lo que no consigo aceptar en mi. Esto en sí no es ni bueno ni malo, todo depende del nivel de conciencia que pongamos cuando hacemos uso de este mecanismo de defensa. Si por ejemplo veo a alguien en la calle que pasa a mi lado y me produce sin que haga nada por generar ningún sentimiento, simplemente pasando a nuestro lado. Nuestro cerebro recibe una serie de estímulos, rasgos, fisionomía, complexión, actitud, vestimenta... son rápidamente captados, procesados y nuestro cerebro elabora una respuesta ante ellos, en base a su hemeroteca, e interpreta que ese  transeúnte pudiera ser un potencial peligro. 


-He visto  a un tipo por la calle!!...que miedo!!!...
-Pero, ¿que ha pasado?
-No nada, pero es que tenía unas pintas... 
Este es el mecanismo de la proyección, en mi casa me dijeron que tuviera cuidado con (ponga aquí lo que venga ahora a su cabeza). O tal vez me asaltaron una vez y los datos coincidían en algún punto.
El caso es que esto también lo podemos hacer con aquellas partes de nuestro cuerpo que no llegamos a aceptar del todo, este maldito pie, el pelma del cuello que no deja de incordiarme, estos asquerosos michelines... cada uno en su experiencia.
Ahora la tarea está en que cuando proyectemos, lo hagamos de la manera más consciente posible, y nos podamos así dar cuenta de esos introyectos que nos lastran en nuestro camino, aquello que me metieron por que sí, ahora lo puedo reconocer, digerir, o bien expulsar de mi cuerpo. Saludos amigos proyectores!!



1 comentario:

Animate a comentar, así esto es más nutritivo, Gracias